X A R B E T

Yo soy yo, y comparto circunstancias

SUEÑO TRANSGRESOR DE UNA NOCHE DE VERANO.

Estaban felices con los preparativos, en pocas horas saldrían hacia Cala Rafalet.

El viaje era en coche hasta S’algar, luego tenían que coger los bártulos e ir bajando a pié con las mochilas y las tiendas hacia la pequeña cala rodeada de pinares y arbustos.

Un puente de cuatro días, en soledad, rodeados de mar y naturaleza.


Eran dos parejas que habían crecido juntas y el destino los había unido con intereses y aficiones comunes, hacían excursiones de fin de semana y disfrutaban de su amistad.


La encontraron en un recodo del sendero que llevaba hasta cala.


Estaba sentada sobre una piedra, y les estaba observando mientras bajaban lentamente con la carga de su equipaje a cuestas.


Era una chica delgada, no muy alta, cabello corto rubio, vestía una camiseta larga azul claro, y unos botines amarillos, sus piernas eran bellísimas, blancas como una nube.


Les saludó con efusión y les pidió si podía bajar con ellos.

Era simpática, dicharachera, divertida, en poco tiempo todos reían con ella y se hacían bromas mutuas.

Andrea, como iba sin mochila y sin carga, se movía adelante y atrás del grupo, saltando como un pajarillo y dando a todos su porción de miel.


Llegaron abajo cansados y sudorosos, dejaron en un claro del pinar su equipaje, y se fueron hacia las rocas a ver y tocar el agua.

Eran ya las seis de la tarde, y el sol todavía rendía sus rayos sobre el mar. La calma era latente y el agua estaba quieta y cristalina.


En condiciones normales, es decir, las dos parejas solas, se hubieran quitado la ropa y lanzado al mar desnudos, como hacían siempre, pero la presencia de la chica les inhibía un poco.

Sin embargo, tardaron poco en salir de dudas.


Quitándose las botas mientras corría, fue la primera en adelantarse a todos y sacándose la camiseta azul, lanzarse en cueros al agua.

Los demás, hicieron lo propio y la siguieron.


Estuvieron un buen rato nadando y jugando en el agua, hasta que decidieron salir, había que preparar las tiendas.


Andrea, a su belleza y blancura de su piel, unía unos pechos redondeados y firmes, quizá demasiado grandes en proporción a su cuerpo, una cintura de avispa, unas caderas estrechas, y unos hermosos testículos coronados por un pene un poco más oscuro que su piel.


Nadie se atrevió a abrir la boca, fue ella la que rompió el hielo


Es lo que hay. Cada uno nace con lo suyo. Espero que no os moleste.


Los cuatro, pese a lo sorprendidos que estaban, reaccionaron lo mejor que supieron, al fin y al cabo eran –o decían ser- personas liberales y respetuosas con todo el mundo, y siguieron cada uno, hablando y riendo, quitando importancia al hecho, como si aquel pene inesperado no hubiera irrumpido en medio del grupo.


Se secaron, se volvieron a enfundar en sus camisetas, y se dispusieron seguidamente a preparar las tiendas y a colocar sus cosas, había que preparar un refugio de piedras para el fuego, y dejarlo todo listo para la noche.


Andrea era un auténtico diablillo, trabajador incansable, servicial, y con bastante experiencia en buscar leña, aplanar el terreno y montar tiendas.

Todo lo hacía entre risas y bromas y tenía para cada uno de ellos, la palabra justa, el abrazo oportuno o la caricia necesaria.


Les había robado el corazón, pese a que ninguno de los cuatro podía olvidar, aunque lo intentara, lo que tenía entre las piernas.

Se había unido a ellos de una manera espontánea y natural, la pregunta era si pensaba quedarse a dormir con ellos o si se iría.


De entrada, tenían solo dos tiendas de campaña, y aunque en cada una de ellas cabían cuatro personas, en caso de que se quedara,

¿Dónde ubicarla?

¿Con cuál de las dos parejas la ponían?

¿Lo echaban a suertes?

¿Dejaban que decidiera ella?

Y si hacían una tienda de chicos, y una de chicas, ¿En cuál de las dos le correspondía?


De todas maneras, si se hubieran podido reunir los cuatro para decidir que hacían, tampoco hubieran llegado a ningún acuerdo, porque su situación era totalmente novedosa y tampoco sabían que era lo que pensaba hacer ella, por lo que se dejaron llevar por el curso de los acontecimientos.


Antes de cenar, fueron a darse otra vez un chapuzón en el mar, con la luna ya asomando por el horizonte, esta vez con la sorpresa ya asimilada y con total tranquilidad.


Solo una vez, Juan se sintió algo incómodo cuando Andrea, jugando, le saltó a la espalda para hacerlo caer al agua. No supo cuál de los dos contactos le sorprendió más, el que notó en la parte superior o inferior de su espalda.


Asaron salchichas en el fuego, mientras las botellas de vino circulaban de mano en mano. Luego hicieron café de puchero y lo mezclaron generosamente con coñac, tres veces tuvieron que repetir la operación porque el pote de café era pequeño y se vaciaba rápido.


La música, sonó en la noche, mientras el cigarrillo había sustituido al café en la ronda.

Sentidas volutas de humo perfumaron el aire, mientras el espíritu de la noche iba dominando el ambiente y los sentidos iban adormeciéndose.


Andrea empezó a bailar. Sus movimientos eran suaves y sensuales, iba acariciando su cuerpo mientras se movía al son de la música.

Ana se le unió y estuvieron moviéndose al unísono mirándose a los ojos, lanzándose las manos sin tocarse.


El fuego calentaba el ambiente y las gotas de sudor brillaban en la frente de las chicas, aprovechando los movimientos,

Andrea se sacó la camiseta, mientras Ana hacía lo propio, desnudándose para quedar en igualdad de condiciones.


Poco a poco los demás se fueron incorporando al baile. Pechos limpios y bellos, cubiertos de sudor brillaban coloreados por el fuego.


Al fin, los danzarines cayeron rendidos, tumbados sobre la tierra, mirando el cielo. Con las cabezas juntas como un estrella de cinco puntas, con su desnudez expuesta a la noche, siguieron hablando y disfrutando de aquellos momentos, era momento de confidencias, en los que hay una puerta abierta, en el que todos se sienten un poco más libres.


El ruido de unos pasos, rompió el silencio. Todos se incorporaron. Una silueta se recortó entre la oscuridad, poco a poco se fue acercando.
-No os preocupéis, es Ándros, vive aquí cerca, en una cueva.


La luna a su espalda, resaltaba su cuerpo desnudo, tenía unas caderas anchas y unas piernas firmes y largas.


A medida que se fue acercando se pudieron distinguir su cara ancha y nariz chata y el color negro azabache de su piel.

Tenía los cabellos rizados, cortados muy cortos y un pecho plano como el de un niño que descendía hacia un pubis abombado con los inconfundibles labios de una vagina.


Se inclinó sobre Andrea, y la besó, sus brazos se entrelazaron y se fueron moviendo sobre sus cuerpos empezando el viejo rito del amor.

Las otras dos parejas, también se buscaron y el fuego fue testigo de tres parejas respirando amor y sexo.


Dicen las malas lenguas, que la noche fue larga, hubo otros encuentros, otros roces. Se rompieron algunos moldes, y Andrea y Ándros, se prodigaron sobre otros cuerpos que, aprovechando la permisividad de la noche, dejaron la puerta de la transgresión abierta.


La mañana les sorprendió solos, Andros i Andrea habían desaparecido. las dos parejas, evitaron mirarse a los ojos, mientras recogían sus ropas esparcidas en el suelo.

Quizá los chicos eran los que estaban mas avergonzados y más incómodos.

Pero de una manera espontanea, evitaron hacer comentarios.


El fin de semana, siguió su curso plácido y tranquilo. Nadie volvió a hablar de la noche vivida, incluso pensaban que todo había sido solo un sueño.


Un sueño transgresor de una noche de verano.

7 Novembre 2021 Posted by | Sociedad | Deixa un comentari

EL CONFINAT

Aquell xicot eixerit se les prometia molt felices anant al setanta aniversari del seu amic. Ell també els faria d’aquí a uns mesos.

I per tant, va agafar l’avió i va anar-hi per donar-li una sorpresa.

Però la sorpresa va ser seva, quan en arribar al aeroport, li van fer les proves de la Covid19 i va donar positiu.

No sabia que fer ni que dir, i tampoc va tenir la necessària malícia quan li van demanar si tenia algun lloc per confinar-se.

Si hagues dit que si, podria haver anat a casa del seu amic, però com va dir que no, el van enviar al que deien hotel Covid, a la quinta punyeta.

I, de sobte, es va trobar a un bloc d’apartaments on quasi no hi havia ningú, i els que hi havia no podien veure’s. Estava confinat.

Li van dir que no es preocupes, que cada dia li portarien menjar i que totes les seves necessitats estarien cobertes, només havia de telefonar a un anomenat Coordinador que seria el seu contacte.

Com podeu imaginar, durant aquest temps el telèfon treia fum, però per molta gent que parles amb ell i tota la solidaritat que li donaven, el cert és que estava sol a aquest apartament en una urbanització que ara, al mes de maig, encara estava buida.

Primer episodi.

Na Col.

I el confinat, com que era una persona amb la cervellera ben ordenada, va decidir organitzar-se per tal de passar els dies el millor possible.

Li havien portat lectura, una tauleta i amb el telèfon es comunicava amb tothom

Però un dia, va començar a notar que la llengua li creixia dins la boca, primer no li va donar importància, però com anava cada vegada a més i ja no podia quasi tancar la boca, va cridar el metge.

El metge, quan va arribar, no se’n podia avenir, no ho havia vist mai. Li va receptar un antiinflamatori, i li va dir que es poses gel a la boca i que esperes uns dies, a veure si li baixava la inflamació.

Però la cosa no funcionava, ja quasi no podia parlar.

I un bon amic, assabentat de la situació, li va aconsellar que contactes amb na Col que era una mitja bruixa que curava coses estranyes.

De fet, ell mateix la va anar a buscar per que el visites.


Na Col era una dona prima, alta, amb el cabell blanc recollit amb un monyo, portava una falda llarga fins el peus i una jaqueta. Va arribar sense mascareta i va rebutjar qualsevol mesura de protecció

Va entrar i nomes amb una mirada va saber que fer. Davant de tots, allà mateix, li va davallar els calçons i els calçotets.

Va ser fàcil perquè ell portava un xandall i no es va atrevir a dir res.

¡Aha¡, va dir, tu tens els collons aferrats al cul .

La veritat era que sí, que es sentia un poc incomode quan caminava, però amb el problema de la llengua no n’havia fet cas.

La dona li va fer donar uns bots perquè baixessin un poc, i després els va agafar entre l’índex i el polze, com qui agafa un ramell de flors, i li va fotre una bona estirada.

Ai, va exclamar el confinat, perquè la estirada va ser forta, però va ser com posar oli a un llum, la llengua va tornar al seu tamany normal, i va poder novament tancar la boca.

I na Col va marxar, tot remugant dels joves d’avui dia. Deia, tots són uns acollonits.

Segon Episodi.

Na Fel.

I un dia va notar que cada vegada era mes alt. Ell ja ho era molt d’alt, i es va amoïnar, perquè hi havia una cosa estranya, encara que amb el braç arribava a la mateixa alçada que abans, la sensació de que era mes alt persistia.

Fins al dia següent no se’n va adonar que el que li passava era que se li allargava el coll.

Ja se’l podia agafar amb tota la ma i la nou cada vegada estava mes aïllada allà al mig.

Va anar a dormir un poc incomode perquè el coixí era massa estret i li feia estar amb el coll tort. I va decidir a esperar a l’endemà.

En sol demà va comprovar que encara havia crescut més, el coll, no ell. Anava per girafa, va pensar.

Trucar al metge per dir-li que se li havia allargat el coll, no va ser massa fàcil, el metge el temia i no es volia posar al telèfon, però a traves del coordinador del servei de confinament ho va aconseguir.

El metge, com era de suposar es feia creus i no ho entenia. Sabia que la elefantiasi era la crescuda dels collons, però la «girafiasi» no estava al llibres que ell havia estudiat. Va dir que ho consultaria i va marxar.

I per tant, ja sabeu que va fer, va trucar a na Col.

Però na Col no podia venir perquè tenia feina i va dir que li enviaria a na Fel que era una cosina seva que també es dedicava a aquestes coses.

Petita, malgarbada, geperuda, mamelluda, curta de vista i lletja con un ós, així era na Fel. Anava amb una bata mal cordada de la que sortien per baix unes cametes, primes com un secany. De fet, només se li veia el monyo ja que anava tota corbada.

I com, evidentment, no el podia veure ni girant la cara, li va demanar que s’allargues a terra per poder-lo examinar.

Va anant donant voltes al seu costat, ell tancava els ulls per evitar veure-li les cuixes que no feien massa gana.

Després de dues voltes, va dir: Ja està, ja se que et passa. Se t’han girat les orelles.

I ell, d’un bot va anar davant el mirall, i efectivament tenia el pavelló cap endavant, el lòbul a dalt i l’orella mirava darrera. Com aquest dies no s’afaitava no se n’havia adonat.

Açò és molt bo d’aclarir, li va dir na Fel, sol passar quan els collons es mouen que provoquen disfuncions als altres òrgans, Segur que ahir se te va inflar la llengua no?

Si, na Col m’ho va aclarir.

Si, però va espanyar un altre cosa, aquesta Col, cada dia va a pitjor.

Vine aquí que jo t’ho arranjaré.

I ho va provar però no giraven.

Ho haurem de fer posant un dit dins del cul, li va dir.

Vols que tel posi jo o tu t’hi arribes?

Va pensar que millor hi feia ell, na Fel tenia uns dits llargs i bonyeguts que no presagiaven res de bo.

I tot acollonit, es va posar de genolls, es va treure els pantalons i es va posar un dit dins el forat del cul, mentre ella, cras, cras, li va girar les orelles i després li va fotre uns quants tocs al front perquè li baixes el coll.

I se’n va anar tant panxa, després de cobrar vint euros per la feina.

Va dir que li havia fet un «reset».

Tercer episodi.

La doctora.

Tocaven a la porta.

En obrir es va trobar un home alt, vestit amb una bata blanca, amb una mascareta i un barret

Soc la doctora Hazo, li va dir el visitant.

Ara va notar que tenia pits, però la cara, mes aviat la mandíbula era quadrada, i el nas gros, i uns ulls, negres i profunds que feien por.

Endavant.

Venc a fer-li un reconeixement mèdic per veure el seu estat de salut.

Van passar a la cambra, mentre el confinat, estava un poc sorprès, perquè la doctora, semblava mes un doctor o millor, un llenyataire.

Despullis, si vos plau. Si, si, els calçotets també, i allarguis al llit.

Mentre ell es despullava, ella va treure de la motxilla una serie de pots i tubs com de pomada, també un estetoscopi i una navalla.

Dels pots, en va obrir un, i tot d’una es va sentir una oloreta dolça i suau.

I va començar el reconeixement.

Va començar per el cap, centímetre a centímetre, amb unes mans extremadament suaus impensables en una persona tan grossa.

El front, els ulls, el nas… allò era més que una exploració. Era com una carícia continua que baixava pel coll, i es perdia per l’aixella i li magrejava els pits, fent especials tocs als mugrons.

Ell es començava a posar nerviós i tremolava pensant que anava baixant les mans cap a la panxa

Però l’oloreta el tenia mig adormit, i es deixava endur.

Abans d’arribar al pubis, li va demanar que es poses de panxa, cosa que va agrair.

El massatge a l’esquena va ser molt agradable i per moments semblava que es dormiria. Però destres li va demanar que es poses a quatre potes i se li va anar la son.

Li va mirar el forat del cul, i li va demanar: A vostè li han fet un reset recentment no?

I ell, va tenir que contestar que si. Però ignorava com ho podia saber.

Un reset molt mal fet, per cert.

I va agafar un tubet d’una pomada que es va escampar sobre el dit. I el dit al cul, entrant i sortint donant la volta i insistint. Ell no sabia que fer, si posar el cul fort o deixar-se fer, i aquella oloreta….

Quan per fi li va quedar el forat del cul alliberat, no va tenir temps ni de sospirar, quan ja li estava pastant els ous, primer els dos a la vegada i després d’un en un.

Li va demanar que es dones la volta altre vegada i va comprovar amb sorpresa que tenia una mitja erecció, un poc toveta, «morcillona» que en diuen els castellans.

No es preocupi, li va dir la doctora, «Es completament normal. Li passa a tothom»

No sabia si li passava o no a tot lo món, la por era que açò anés a més, sobretot quan li va agafar la fava i després de palpar-la amb dos dits, el va descapollar i va posar un poc de crema a la punta. I amunt i avall que tot s’escampés.

Afortunadament va durar poc entre altres coses per que li agafava pixera, i es va començar a moure inquiet. Van seguir les cuixes, especial interès en els engonals i anar baixant fins els peus.

Suava com un besuc, sense saber com acabaria açò.

Uns tocs a la porta els van interrompre. Qui podia ser ? Els tocs es van repetir de nou, aquesta vegada mes forts.

Abran a la Guardia Civil ¡¡¡

La doctora va dir que ella ja havia acabat, que se n’anava i que sortiria pel pati per no molestar.

I ell, amb una tovallola a la cintura, va anar a veure que passava.

Quan va obrir la porta, el primer que va notar va ser una bavarada de pudor a suor, a pipi i a ranci.

Va ser com tornar a la realitat després de la oloreta de la doctora.

La parella de la guàrdia civil el mirava malament.

«Buenas tardes, estamos buscando a un tipo alto de ojos muy negros que se hace pasar por doctor i en realidad es un peligroso delincuente sexual. Lo han visto por los alrededores. Usted lo ha visto?»

I el confinat a qui la mitja trempera li havia davallat de cop, va contestar:

– No, yo no he visto a nadie, estava a punto de ducharme.

-No se preocupen que si veo a alguien avisaré a la prefectura.

I els va acomiadar i tancar la porta.

Estalonat contra la paret, va quedar dubtat entre anar a la dutxa o a fer-se una palla.

Quart Episodi.

Na Pua

Ja faltaven poc dies per que li fessin la PCR definitiva, si sortia negativa podria sortir i ser de nou lliure.

El dia era dilluns i dissabte ja estava tot nerviós, es posava a donar voltes a la tauleta del sofà amb les mans darrere. Quan es cansava canviava de sentit, fins que cruixit es jeia al sofà.

Diumenge va ser mes bo de passar entre la visita del seu amic i el culte al menys el mati va anar deveres i després unes quantes voltes a la saleta que no fan mal.

I va arribar el gran dia. Es va dutxar, afaitar, perfumar i tot el que feia falta per fer goix.

Va arribar l’infermer, que el va fer seure per posar-li el palet per el nas.

Ho va provar i el palet no passava…. Dues vegades tres, res, que no hi havia manera.

Va mirar per el forat del nas amb una llanterna i va comprovar que hi havia una substancia carnosa i dura que no deixava entrar el palet.

Curiosament ell, respirava amb normalitat i no notava cap impediment. Nomes era quan posava el palet que es tancaven els forats.

Vam cridar al metge, que n’estava ja fart d’aquestes cridades perquè sempre quedava com un imbècil.

Va tardar quasi una hora en arribar i només se va atrevir a dir que el tindrien que operar.

I el pobre confinat que ja havia aprés la solfa, va demanar que cridessin a na Col.

Na Col no podia i ho van provar amb na Fel la qual estava molt enfeinada i els va derivar a na Pua.

A na Pua l’anomenaven així perquè era molt malcarada i sempre se n’enfotia de tothom, tenia un caràcter esquerp i sarcàstic que feia mal, com una pua.

Només entrar, va dir al metge i a l’infermer: Vosaltres a seure un poc mes enllà, que no serviu per res i encara feis nosa.

I es va atracar al confinat, va fotre una ullada baixant el cap, i es va fotre a riure.

No sabeu badocs com s’obre una vàlvula?

Tu, senyalant a l’infermer, du el palet per fer la prova i posa-li al nas.

I quan l’infermer començava a entrar el palet, ella, simplement va prémer la punta del nas i van poder passar el pal i fer la prova.

Na Pua ni tan sols va voler cobrar, va marxar pegant una portada i dient: Vaja parell de desgraciats, ni una vàlvula de nas saben obrir.

Final del confinament

I va arribar el dia que es van complir els dies de confinament i encara amb l’ultima prova pendent el van deixar sortir.

Va sortir al carrer, no es va atrevir a fer un cridot, però es el que el cor li demanava.

Tampoc va voler anar a fer una «calamuada», ploviscava i feia fred.

I així d’aquesta manera sense masses escarafalls, va tornar al món de les persones lliures.

Quan marxava encara pensava en na Col, na Mel i na Pua, no sabia que li hauria passat sense elles.

7 Novembre 2021 Posted by | Sociedad | Deixa un comentari

EL FILL DEL VENT.

Ella estava sola amb els tres nois.

Ells l’estimaven, ella també.

Eren joves i guapos, valents, riallers

Bevien, jugaven, es feien pessigolles.

I se va escapar un petó,

i en va seguir un altre,

i s’acariciaven, jugaven bevien.

Ella no estava acostumada a beure,

ells potser un poc mes, però poc

I el licor, baixa les defenses,

i amaga les vergonyes.

I no, no va ser una violació

ella també ho volia

I van estar follant, un rere l’altre

tres contra una. Una i els tres.

I quan es va escampar la boira

estaven un poc retgirats,

Es van vestir depresa,

avergonyits de la seva nuesa.

I van marxar, ella i els tres

i es van acomiadar amb petons,

perquè s’estimaven.

Els dies següents es van trobar de nou

però no per follar.

Potser ells ho volien,

però ella va dir que no.

i estaven un poc tristos,

i els tres l’estimaven-

i ella estimava als tres.

I van passar setmanes

on res volia canviar.

Eren joves, valents i alegres,

res no podia fallar.

Només una falta de regla

els va fer destralejar.

Ella havia quedat embarassada.

I no pensava avortar.

I ells, no van recular ni mica,

volien la responsabilitat,

però, de qui era la criatura ?

Qui l’havia encertat.

Els pares d’ella la estimaven

i respectaven la seva voluntat.

L’ajudarien i cuidarien

Tindrien un germà mes.

Els pares d’ells no ho sabien

i ningú els hi pensava explicar.

Però qui era el pare?

Ells ho volien saber,

Per que els tres l’estimaven

i ella, els volia als tres.

Un dia, un d’ells va caure per una sima.

I va quedar abaix, mort.

Diuen que anava sol a passejar per la muntanya,

Al menys ningú va dir que anava amb ell.

Van plorar i plorar, però els morts no ressusciten.

Ara només n’hi havien dos de pares,

i els dos volien el nen.

Es van començar a mirar a la cara,

ja no s’estimaven gens,

ja no eren tres, si no dos.

I van estar a punt de pegar-se

es volien matar.

Ella, els hi va dir que marxessin.

Que ja no en volia a cap.

I el nen que tenia a la panxa

era d’ella i de ningú mes.

I eren tres que l’estimaven

i ella estimava els tres.

I el fill, de qui era?

Era el fill del vent,

Del vent del amor.

7 Novembre 2021 Posted by | Sociedad | Deixa un comentari